Utilidad y educación (cuarta parte)
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Erik Haindl
En relación a la reforma educacional que intenta eliminar los pagos al capital privado, que sean efectuados con fondos públicos, se concluyó que esto debería significar la virtual desaparición de la educación particular subvencionada, con el cierre de miles de colegios que caen en esta categoría. Ello significaría que miles de estudiantes de la educación básica y media tendrían que trasladarse forzosamente a colegios públicos gratuitos, donde la calidad de la educación deja mucho que desear.
Una posible alternativa a esta situación, que permitiría mantener la infraestructura de muchos de los colegios privados subvencionados actuales, es que se permita su transformación en cooperativas educacionales. Esto solucionaría el problema ideológico que tienen los impulsores de la ley ("no al lucro en la educación con fondos públicos"), y además permitiría una buena asignación de recursos en la educación, y de paso probablemente mejoraría la calidad de ésta.
El modelo cooperativo es más que centenario y ha tenido éxito en muchos países y muchos sectores de la economía. No hay ninguna razón para que el modelo cooperativo no pueda ser aplicado a la educación.
En principio se podrían establecer dos tipos de cooperativas educacionales: i) una cooperativa de los profesores de los establecimientos en cuestión, o bien ii) una cooperativa de los padres y apoderados.
Una cooperativa de los profesores de los establecimientos podría arrendar las instalaciones e infraestructura a sus actuales propietarios ("lo que requeriría que la ley apruebe los arriendos") y organizarse de acuerdo a los principios de una cooperativa de trabajadores. De acuerdo al trabajo de Jarolslav Vanek, la maximización del producto medio por trabajador, que sería el objetivo natural de este tipo de cooperativa, llegaría en el largo plazo al mismo equilibrio de una empresa capitalista competitiva. En otras palabras se asignarían óptimamente los recursos de acuerdo al criterio de eficiencia económica. Esto permitiría organizar la comunidad escolar de acuerdo a criterios democráticos propios de las cooperativas ("un hombre, un voto") y de paso mejoraría en forma natural las remuneraciones de los profesores.
La segunda modalidad, una cooperativa de los padres y apoderados, obedece al esquema de una cooperativa de usuarios del servicio de la educación. En este caso, los padres y apoderados podrían comprar o arrendar las instalaciones, y se organizarían en forma cooperativa para administrar el establecimiento educacional. El objeto natural de la cooperativa probablemente en este caso sea maximizar la calidad de la educación que reciben los alumnos. Los actuales copagos podrían transformarse en la adquisición de cuotas de participación, que permitan la compra de las instalaciones o el mejoramiento de éstas.
La solución propuesta permitiría asignar correctamente los recursos en la educación, generar competencia, permitir que los padres y apoderados controlen el proceso educativo, y que los profesores sean actores importantes del proceso de mejora de la calidad en la educación.